A punto de escapar

Un día más. Me levanté temprano como todos los días, con el cantar de los gallos y me alisté para comenzar la jornada. Un poco de maquillaje, apenas, brillo en los labios y comencé a trabajar en mi largo cabello claro. Me llevaba un poco más de tiempo por esa razón.

Al rato, sentí que golpearon la puerta de mi habitación para que me apresurase, pero, cada vez sentía más el deseo de irme cuando yo quisiera. Eso fue lo que hice en la mañana. No sé cómo me las arreglé para escabullirme por la cocina, golpeando a un hombre con una cacerola de lleno sobre la cara, pero eso no tardó para que alguien más se enterase de esto y comenzarán a seguirme.

No me importó y seguí corriendo a todo lo que podía. Era mi prioridad escapar pero me estaba costando cada vez más hacerlo. Al salir, me habia cortado en el tobillo con algo, no sé qué, pero desde que habia salido de la cocina sabia que algo me habia pasado en la pierna. Pero, no podía dejarme apresar con tanta facilidad.

Llegué al parque. No sabía donde esconderme hasta que vi unas ligustrinas. Me escondí detrás de ellas, asomando apenas mi rostro para ver que se marchaban. Sin embargo, debía curar la herida de mi pierna o no iba a poder llegar más lejos que a ése parque.

Me senté en el suelo y la revisé. Sangraba mucho.

-Auch- me quejé al tocarla y sentir el dolor que me produjo. Sólo necesitaba algo con que cubrirla, así que tomé un lazo de mi cabello y la fui envolviendo lentamente pero ajustándola cuando alguien se paró delante de mi. No sabía quién era, pero tenía miedo de mirar hacia arriba y descubrir que ya me habian encontrado.

Una camina en el parque de este lugar al que habia llegado no estaba del todo mal, la zona en si era silenciosa y hatsa ahora no había tenido que lidiar con algúnd emonio, mas sin embargo mi deseo de aniquilar a cada uno de ellos seguido del supremo ser maldito seguía en pie.
Mientras caminaba un repentino olor a sangre llegó hasta mi, sin dudarlo seguí ese olor y me detuve frente a una chica de cabellera azul. Me agaché y la miré, luego miré su pierna notando como esta sangraba.
- ¿Te encuentras bien? -pregunté y sin pedir eprmiso tomé su pierna con mis manos, quitando el vendaje y mirando su herida- necesitas algo que te cure.. -la cargué sobre mi espalda y comencé a caminar hasta una banca, luego saqué una que otra planta medicinal que usaba para tratar mis heridas y las usé en ella, tomando su liston y anudandolo en su pierna con fijeza- creo que con eso andarás mejor -sonreí.

Me senté en la banca a su lado aun brindandole aquella sonrisa sintiendo curiosidad sbre lo que aquella chica extraña pudo haber estado haciendo ahi y el como se había herido de esa manera.
- Oye, por cierto, ¿que hacias ahi escondida? -pregunté mirandola con curiosidad- es extraño encontrar personas ocultas.. ¿hay algo de lo que tengas que ocultarte? -pregunte de nuevo con curiosidad esperando no molestarla.

Extendí mi mano hacia ella- por cierto, mi nombre es Shouta Watari -sonreí- ¿y el tuyo?

Preguntar si me encontraba bien era una pregunta un tanto obvia si llegaba a ver mi pierna con aquella venda precaria manchada de sangre. Lo miré de reojo temiendo que pudiera ser alguno de los hombres que vigilaban el prostíbulo. Identificaba a varios, pero no a todos como para estar segura al 100 por 100 de ello. De todos modos, mucho no pude quejarme porque cuando me di cuenta estaba sobre su espalda, siendo llevada hacia un lugar más abierto en la plaza.

-¡No! ¡Espera!- dije sin obtener resultados al verme entre tantas personas, sentada en un banco mientras él revisaba mi herida -estaré bien, no importa- dije preocupada.

-Necesito esconderme. Yo no puedo regresar- dije mirando a mi alrededor temiendo que alguien me reconociera, por lo que, con un poco de esfuerzo, me puse de pie ignorando la mano extendida del muchacho -Soy Joseline. Gracias, pero ya debo marcharme. No puedo quedarme mucho tiempo en éste lugar- insistí sobre lo que dije anteriormente. Tenía que marcharme y no tenía mucho tiempo para dar explicaciones.