En el mar la vida es más sabrosa ♫♪

El mar la había arrastrado muy lejos de la orilla. Con el pasar de los días, había perdido vista de cualquier civilización y la joven se había mantenido a flote solo por aquella hoja gigante que usaba de barco, su bastón que servía de remo y a Sky, que le concedía algún que otro gusto cada vez que ella se lo pedía. Su capa había servido para taparla del frío de la noche y del mar abierto en aquellos días y con los cálidos rayos del sol, aprovechaba para recuperar algo de energía en medio de semejante catástrofe ¿cómo había pasado todo? Quizás por una mera broma del destino, quizás, porque debía llegar a ése lugar. Quizás por mil razones que habían estado confabulándose para poder llevarla al otro lado del globo a que viese algo más que simplemente agua salada.

El nivel de las olas, por ahora era tranquilo y era lo que había hecho que Neftalí y su amiguito pudiesen viajar tranquilamente ese día. Sin embargo, no todo era de color rosa para aquellos simpáticos muchachitos puesto que ninguno de los dos se había percatado de la inmensa ola que se alzó y arrastró a aquellos dos seres tan particulares a la orilla, dejándolos a ambos inconscientes por la ajetreada trayectoria que el agua les había dado en esos momentos.

Los dos pequeños seres, quedaron tendidos en medio de la arena. Neftalí había perdido su sombrero y su bastón que habían sido arrastrados más lejos de ella al igual que Sky, su compañero de viajes que, de la misma forma, había quedado tendido en la arena.

Por mucho que luchasen, era imposible resistirse al poder del agua que azotaba las costas del lugar. Una vez que eras atrapado por ellas, no había forma de que te detuvieras a luchar porque de cualquier forma, saldrías perdiendo así que era una perdida de tiempo y vitalidad hacerlo. De todas formas, ella y su compañero no habían tenido tiempo de hacer nada para poder resistirse lo que los llevo a aquellas inhóspitas orillas.

Poco a poco, el oxígeno fue llegando a molestarle y se despertó de golpe gracias a aquellos piquetes sobre su cara y pecho que ayudaron a que volviese en sí, logrando incorporarse y toser toda el agua que había tragado.

-Vade retro, demonio pechugón!- dijo levándose de golpe al ver a la muchaha con el esqueleto detrás suyo. De todo lo que se había esperado encontrar en su camino, eso había sido lo último que se hubiese imaginado. Buscó con la mirada y encontró su bastón un poco alejado de ella y retrocediendo sin perder de vista a la joven de pechos exuberantes lo tomó viendo que a la par suya, estaba su amiguito Sky. Lo tomó de una de las orejas y apretó su panza viendo que salía un hilito de agua como si de una fuente se tratase hasta que no quedó más agua que tuviera que dejar salir. Pronto, el muchachito volvió a tener conciencia dando un saltito en la mano de la joven y abriendo grandes sus ojos al ver a sus nuevos compañeros escondiéndose en el cabello de la joven para sentirse así, protegido aunque sus cabellos estuviesen mojados.

-¿A dónde nos has traído?- preguntó señalándola con su bastón esperando una respuesta convincente de la joven o tendría que tomar medidas drásticas.

Aunque la chica parecía un poco contrariada por la manera en que Neftalí la había llamado, era más que sobresaliente ésa faceta de su cuerpo que hacia que más de uno –incluso, una mujer como nuestra pequeña amorfo- se quedara mirando las protuberancias bastante grandes que salían de su pecho para formar sus senos. No era su culpa tampoco ¿no?

Sin embargo, la conversación seguía rondando entre lo raro y lo más raro todavía. Se sentía aun abrumada por haber salido del mar helado y casi haber conocido a la parca frente a frente y ahora, llamaba piojo a su pequeño amiguito. La muchacha lo miró de la lado ladeando la cabeza y casi se ahoga con el aire al escuchar que ya lo quería muerto.

-¡No! ¡Sky es mío!- comentó atesorándolo en sus manos mirando al demonio pechugón de lado y con cierto desafío y posesión en la mirada por su pequeño acompañante que observaba con curiosidad lo que pasaba entre las dos mujeres.

No obstante, su reacción cambio un poco cuando se entero que aquel ser que estaba frente a ella no había sido la causante de que arribase a la orilla con semejante preicpitacion.

-Oh, sí, sí, sí. Navegábamos ¡y zas!- dijo haciendo sus manos a los lados imitando una gran explosión –acabamos aquí- dijo con sorpresa al verse tan lejos de donde habían estado navegando. Había sido el destino el que los había llevado allí y por alguna razón, deberían quedarse en aquel lugar y conocer a esa muchacha extraña y a su fiel sirviente -¿es tuyo?- preguntó con encanto al ver al esqueleto andando solo. Sus ojos se iluminaron y una sonrisa se dibujó sobre sus labios al pensar en eso ¡qué interesante podría ser tener un esqueleto consigo!

Abrumada por el monologo de la demonio que había dicho llamarse Kiara y afirmar que no era un demonio pechugón, la muchacha había quedado bastante callada asintiendo y negando con la cabeza sin saber que era correcto o no lo que hacia o si estaba al cien por ciento consciente de lo que la chica decía sobre ella y lo que hacer con su cadáver.

-No eres un demonio pero sí eres pechugón- le reclamó observando sus pechos y luego, mirando los de ella que eran apenas bien formaditos y pequeños. A su lado, se sentía hecha una tabla de planchar, pero no venía al caso hablar de esto ¿no?

Se acercó con un poco más de confianza exprimiendo sus cabellos largos y la capa que había tenido encima que la cubría aún, quitándosela de encima y dejándose ver sólo con aquel pequeño conjunto de cuero que cubría sólo lo justo y esencial de su cuerpo. Luego, tomó la toalla y se secó, cubriéndose con ella y a su amiguito que se había refugiado en su pecho mientras tenía aquella prenda de algodón encima de su cuerpo.

-Neftalí- dijo luego señalándose a sí misma al responderle sobre su nombre –y él es Sky- dijo señalando al animalito que estaba con ella –y no es piojo. Es… Y sus palabras se quedaron trabadas en ello –es Sky- dijo simplemente tomando la mano de la muchacha no sin antes haber examinado y tocado el bastón al ver que elevaba -¿en serio volaremos?- preguntó emocionada al pensar que viajaría en ésa cosas por primera vez en su vida.

Con el despiste que poseía la muchacha a nivel sobre humano, todo cuanto oía le parecía sumamente interesante y llegaba a sacarla de la conversación en más de una oportunidad, aprovechando para salir con alguna que otra idea disparatada de vez en cuando en cuanto una idea volvía a su mente. Como si fuera un niño, lo primero que pasaba por su cabeza es lo que salía de su boca.

-¿Barco? ¿Marineros? No, no, no, no. Sólo Sky y Neftalí viajaban juntos. Juntos, juntos, juntitos- comentó la muchacha alegremente como si con sólo pensar en esos detalles, la alegría la inundase por cada poro de su cuerpo viendo al extraño animalito que la acompañaba.

Pensando en cosas tan banas como ésa, se quedó mirando a su alrededor con una sonrisa de feliz cumpleaños que delataba la inocencia de aquella mujer de apariencia y actitudes tan peculiares como sumamente, extrañas a cualquiera que posase su vista sobre ella o tuviese la dicha de entablar una relación –no muy común- con ella.

Viendo a su alrededor y el medio de transporte que usarían ahora, la joven, entusiasmada hasta el último de sus huesos, aceptó y siguió las instrucciones que se le eran encomendadas por aquella mujer pechugona que se había presentado como Kiara. Sólo asentía con un energico Sí ante las preguntas que ella hacia y asentía mirando al suelo que ahora, quedaba a varios y diversos metros debajo de ella, siendo que le daba cierto vértigo ver todo desde aquella altura, pero la emoción que sentía al mirar abajo y ver todo tan chiquitito no se comparaba con ello. Por otro lado, su amiguito no parecía tan interesado en el viaje, sería porque flotar era algo común para él pero nada parecido a la muchacha, por lo que no le daba más importancia de la que debía darle.

-¡Oh, oh, oh! Es súper esto de volar! Debe ser divertido poder hacerlo tan seguido- comentó ella feliz aun sujetando sus manos alrededor de la cintura de la piloto de aquel bastón hasta que, acabaron por llegar a su destino -¿ya? ¿Tan rápido?- preguntó la muchacha mirando hacia abajo viendo que aún no estaban cerca del suelo oyendo lo que la castaña pedía. Tomando valor y después de tragar saliva, cerró los ojos y asintió mentalmente dándose valor para saltar –uno, dos, tres- dijo sin moverse un centímetro del bastón, notando esto al abrir los ojos -¿es seguro hacerlo?- preguntó esperando tener un poco de ayuda de parte de su compañera al mirar el suelo como si quedase a varios y diversos metros de ellos teniendo un poco de desconfianza aún por esas razones, se quedaba esperando unos segundos más antes de dar el gran paso… hacia el vacío