La suerte no ayuda a las brujas

Una vez más, el deber la llamaba. Rahzel había tomado la decisión de cambiar su rumbo y marchar hacia la playa, pues, necesitaba algo muy importante que sólo iba a poder conseguirlo allí. podría parecer tonto para cualquier hacer un viaje hasta la playa sólo para conseguir una pequeña pieza de un amuleto, pero para la joven de cabellos largos, era algo muy serio y fundamental para el trabajo que necesitaba hacer. Por lo que no tardo en ponerse en marcha para llegar a su destino.

Le llevó tres días poder llegar a la playa haciendo algunos descansos de vez en cuando, pues, el bosque no era el mejor lugar para viajar por la noche y sola si se tenían en cuenta todos los seres que habitaban allí. Por suerte, nuestra bruja tenía buen conocimiento de ello y sabía manejarse bien por estos sitios pocos inhóspitos en situaciones como la que llevaba a cabo.

Al tercer día, por fin vio el amanecer en la playa. Los rayos del sol inundaron su rostro pálido y ahora, su búsqueda comenzaba. La muchacha, se quitó lo zapatos y la capa que cubría todo su cuerpo, dejándola bajo la sombra de una palmera y luego, se acercó a la orilla, comenzando a investigar por allí.

Camino por la orilla, sintiendo que la marea iba mojando de vez en cuando sus pies descalzos, pero por ahora, Rahzel no le prestaba atención a eso pues, estaba muy interesada en su búsqueda. Tenía mucho camino por delante, pero, sabía que quizás, no lo encontrase exactamente en la orilla, así que decidió internarse un poco más en el agua, llegándole ésta hasta la rodilla. Sintió el escozor que el frio del agua de la madrugada le produjo en la piel, dejando su piel erizada a causa de ello pero, con unos minutos, comenzó a acostumbrarse al frío de ésta. Poco a poco las cosas iban saliendo.

Divisó una vez más el agua y su sonrisa blanqueó su rostro al encontrar aquella joya que había ido a conseguir.

-¡Allí está!- exclamó con alegría acercándose con gran entusiasmo, sin ver la ola que la arrastró al medio del océano, con tal fuerza que apenas si pudo hacer o decir algo para escapar de ella, siendo llevada por la corriente del agua, casi hasta el fondo. Ahora, debía luchar por salir o no podría volver a ver el surf clamp.

Era las ironías de la vida. La bruja no había tenido tiempo de escapar de aquella ola. Le importaba mucho más conseguir el surf clamp antes de volver a perderlo, sin embargo, entre el ajetreo del agua y la fuerza con que la arrastró al fondo, terminó perdiendo aquel que había sujetado. Lo peor es que las corrientes eran tan fuertes que apenas si se podía mantener para subir a la superficie. Poco a poco, sentían que el aire se le escapaba y aquella dolorosa punzada que sentías cuando tus pulmones poco a poco, comienzan a llenarse de agua, dejando de luchar por un momento, hasta que el aire… ya no fue su preocupación.

Por fortuna de aquella bruja, alguien más la había visto y logrado sacar de las profundidades del agua. Rahzel apenas reaccionaba al sentir de nuevo el oxigeno rodear su piel. Sintió el cálido tacto de alguien sobre sí, pero apenas si era consciente de lo que sucedía a su alrededor. Pero, su hora no había llegado todavía.

Sus pulmones volvieron a tener contacto con el aire, provocando que Rahzel comenzara a toser, nuevamente, dando una gran bocanada de aire y quedando sobre su costado para dejar salir toda el agua salada que había logrado entrar a su cuerpo.

¡Un mal día era poco! Lo único que había salido a buscar era el preciado surf clamp y había terminado casi durmiendo con los peces. Las cosas parecían, no iban a poder empeorar en el día de hoy o al menos, le quedaba pensar en eso a Rahzel para sentirse un poco más afortunada de momento.

Apenas si se sentía bien después de todo lo sucedido, agitada por semejante hazaña, dejaba que su cuerpo se adaptase nuevamente a que el aire entrase a sus pulmones además de la brisa fresca que golpeaba su cuerpo y hacia que el escalofrío que sentía se prolongase un poco más, cosa que pudo ser aminorada por el muchacho que la había salvado cuando la cubrió con parte de su ropa que aun estaba seca. Ella lo miró de reojo, escuchando cómo la regañaba sin decir nada por ahora, sólo dejaba que el muchacho se descargase y quedase en silencio antes de poder decir algo al respecto sobre lo sucedido.

-He estado mejor- dijo la chica queriendo reírse y volviéndose a ahogar tomándole unos momentos para recuperarse por completo y esbozar una sonrisa –gracias por ayudarme, pero ya puedes dejar de tratarme como una niña. Estoy bien o eso se puede decir- aseguró la joven expresando una leve sonrisa y pasando su mano por su rostro para quitar aquellas gotas de agua que caían por la piel de su cara y por el flequillo, ahora desarreglado por aquel pequeño paseo en el mar.

-Soy Rahzel y no vivo por aquí así que es vano que te diga donde estoy- comentó ella mirando su mano vacía y viendo a su alrededor algo preocupada buscando con la mirada algo en el suelo -¿mis manos? ¿No había nada en mis manos?- preguntó preocupada al rubio esperando que la respuesta fuera afirmativa o iba a tener que volver a buscar al agua.

Su decepción era tal como el aspecto que debía tener. Lo había tenido en sus manos y lo había perdido aunque había perdido solo el preciado surf clamp y no algo más valioso como su vida, sin embargo, eso no la dejaba satisfecha en lo absoluto. Peor aún, se sentía más frustrada todavía.

Suspiró con cansancio mirando las olas del mar y la marea creciente por el paso de las horas. Si, había sido una mala idea, pero no siempre las malas ideas le resultaban de ésa forma, de hecho, tenía bastante suerte, aunque hoy no sería el mejor día para comprobarlo, eso era seguro.

-Gracias, Len- dijo con una sonrisa ante la preocupación que mostraba el rubio por ella, más eso no alcanzaba para devolverla al tiempo atrás en que ella había conseguido lo que había ido a buscar. Se puso de pie y exprimiéndose la falda del vestido, estaba decidida a entrar a seguir con su búsqueda en medio del agua, sólo que ésta vez cuando tuviese un mal presentimiento le haría caso a sus pálpitos y no a lo que viese debajo del agua –pero, estaré bien. No creo que tener un rato la ropa mojada sea capaz de afectarme- dijo guiñándole el ojo confiada en sus palabras. Si, parecía una mujer débil y quizás, frágil por su aspecto, pero no lo era en lo absoluto. Rahzel era bastante valiente y si había que hacerle frente a algo, lo haría, no por nada había sido arrastrada por el agua hasta casi el fondo del mar.

-¿Quieres ayudar?- preguntó sorprendida volviendo su vista a él -¿tienes idea de lo que es el surf clamp? Sino, no creo que puedas serme de mucha ayuda- preguntó la muchacha volteando a verlo y deteniendo así sus pasos antes de decidirse a volver a entrar en el agua fría a seguir con su búsqueda. Quizás fuese de ayuda, quizás no, lo que sí sabía ella es que habiendo llegado tan lejos no iba a echarse atrás por un simple chapuzón.