Charlando con una vieja amiga

Oscuridad. Totalmente la negrura cubría el lugar, hasta que la luna llegaba tajante a quebrantar el manto oscuro con la luz que reflejaba su cuerpo. Los fuegos fatuos danzaban en el agua, alrededor de las algas, de las hierbas que crecían en la orilla, incluso se colgaban de las ramas de los árboles torcidos por la vida, la corrupción y la soledad del pantano oscuro y desolado.

En medio de toda esta soledad y podredumbre, una silueta formada por el contorno de una capa que cubría su cuerpo se veía en medio de una zona de poca vegetación. Cerca de ella, muy cerca, había varios fuegos fatuos que se balaceaban en un continuo vaivén de arriba abajo sobre la tierra, pero sin llegar a tocarla.

-Muy bien. Un poco más y estará todo listo- dijo la joven encuclillada sobre la tierra viendo un menjunje que preparaba a la escasa luz de la luna. Tomó un poco de clavo de olor y fue lo ultimo que echó sobre aquel preparado – ¡Ya lo acabé!- dijo al fin al haber terminado con aquella solución limpiadora. Era más bien, como un perfume para su hogar, pero, sus padres le habían enseñado las propiedades de trabajar en cada faceta de la luna. No había los mismos resultados, por eso, era oportuno esperar a cada cuarto de luna y hoy, a la luna llena.

Una vez que tuvo aquella botellita en sus manos, la tapó sintiéndose satisfecha por su gran logro. Hecho esto, una sonrisa se formuló en su rostro y comenzó a juntar toda la utilería que había llevado hasta afuera e incluso, los mismos ingredientes que había encontrado allí, pues, conservados, le servirían en un futuro, quizás no muy distante.

Tomando todo en sus manos y girando sobre sus talones, se dispuso a ir hasta la vivienda que estaba a pocos metros de ella, cuando chocó con una chica y cayeron todas las cosas al suelo, entre ellas, el perfume que acababa de preparar, disolviéndose en el suelo del pantano.

-¡Ay no, ay no, ay no!- dijo ella poniéndose de cuclillas salvando lo que quedaba de la poción al levantar la botella, pero gran parte se había perdido ya. Estaba enojada por ello, por lo que no iba a tardar en descargar su furia con aquella persona. Levantando la mirada, estaba lista para comenzar a pelear hasta que reconoció el rostro amigo que se presentaba en frente suyo -¿Sakura? ¿Qué haces aquí?- dijo ella levantándose gratamente sorprendida aun con la botellita en mano por la visita que tenia en éste momento.

Su mal humor se había esfumado así como así ¡zas! Al ver a Sakura, sintió una gran alegría y un sentimiento de nostalgia por verla de nuevo después de quien sabe cuanto tiempo, había pasado tanto que casi había perdido la cuenta aquella joven, además, dedicada tanto a su trabajo como adivina y bruja que apenas si se daba tiempo para sentir añoranzas por tiempos pasados. Su vida estaba dedicada a los viajes y como tal, apenas si volvía a parar aquel lugar de vez en cuando.

-Lo mismo digo ¡parece siglos desde que no nos vemos!- aseguró ella con una sonrisa alegre de aquel encuentro inesperado pero feliz –pues, estoy muy bien- dijo la muchacha viendo la botellita de perfume a medias –sólo con algún pequeño desliz, nada serio- sonrió y volvió a mirar a la rubia.

Tras unos momentos más, la joven volvió a presentar una sonrisa en su rostro y tras ver que aquella jovencita no recordaba mucho de su hogar, la bruja se animó a contarle un poco más sobre esto.

-Mi casa está aquí ¿no lo recuerdas? Por allá- dijo girando levemente sobre sus talones para mostrarle el camino entre los arboles, hierbas y otras plantas que había por allí, el camino a su casa, que aunque estaba protegida por sus padres para que pocos la vieran y que la fetidez y alimañas del pantano no llegaran a su casa, aun a la gente le costaba concebir que alguien pudiese morar en un sitio como ése. A Rahzel, no le importaba en lo absoluto, había crecido allí así que era el lugar más normal del mundo para ella… pero, no todos pensaban lo mismo.

La joven le dedicó una sonrisa a la rubia antes de poder seguir con sus quehaceres al regresar a su casa. Por un momento, recordó aquellas cosas de las que Sakura le hablaba y hacia que su mente viajase a tiempos pasados, quizás no mejores, pero sí diferentes. Ésa diferencia que marca tu vida en alguna forma buena o mala.

-Sí ¿ya no te da impresión el pantano?- comentó mientras seguían caminando a la casa -pues, no sé mucho de mis padres. La última vez que los vi- dijo pensativa mirando hacia el cielo que era cubierto por las ramas espesas y algunas, enclenques de los árboles del pantano -hará hace un siglo más o menos. Supongo que ya tendrán que estar regresando a casa. No pasan mucho tiempo fuera a menos que busquen algo- comentó la joven ingresando al campo de energía que mantenía su casa protegida y sintiendo el cambio de aires que había desde el pequeño jardín de la entrada.

-¿Estás con tiempo para quedarte un rato en casa?- le preguntó subiendo la pequeña escalera que dirigía a la entrada mientras la puerta se abría al sentir la presencia de una de las dueñas de casa.

Si se quedaba un rato más, quizás podrían hablar un rato y ponerse al día sobre las cosas que le habían pasado desde tanto tiempo que no se veían.

-¿Y cómo está tu familia?- preguntó mientras esperaba una decisión de la joven para saber qué hacer en ese momento.

Una curvatura se presentó en los labios de la castaña al ver a su amiga hablar sobre aquellos momentos del pasado y sus padres también. Rahzel pensó un momento en ellos, es verdad que hacia mucho tiempo que no los veía ni sabia de ellos, pero, sólo cuando estaba en su casa era capaz de pensar en la falta que estaban haciendo en su vida cuando salían así, sin avisar y volvían quien sabe cuando a aparecer con ella. Era extraño todo eso.

-Sí, seguramente. Aunque si se entusiasman mucho con el viaje, no prestaran tanta atención a quienes le rodean. Ellos son así- comentó la joven sin mostrar algún signo de molestia o desagrado. Ella había salido igual en ese sentido. Se iba sin decir nada y volvía cuando el tiempo lo requería, así que en parte, no había nada que reprochar, más cuando ella había decidido tomar un camino diferente al de su familia.

-No, por supuesto que no interrumpes- dijo con una amplia sonrisa sobre sus labios y procedió a invitarla a pasar haciéndose a un lado en la puerta para que ella entrase primero. Tal y como siempre había pasado desde que su padre tenía su negocio de premoniciones allí, la casa siempre se mostraba con mucha magia. Las puertas que se abrían solas, las luces que se encendían al pasar, algunos objetos encantados que se movían a voluntad y así, dejaba el paso sólo a aquellos que eran lo suficientemente valiente como para llegar al final del pasillo y charlar con el brujo que le leería su fortuna.

-¿Qué pasó con Kaoru? ¿por qué te detuviste?- se quedó pensando un momento mientras depositaba todas las cosas que llevaba encima en una mesita que se había acercado hasta ella y pronto, una sonrisa llena de alegría se posó sobre sus labios invitando a su amiga a que la siguiera hacia el comedor –ah, ya sé. No te preocupes, Sakura, puedes hablar con confianza de ella. No me molestaré porque lo hagas y aunque tengamos nuestras diferencias… no significa que tú debas sentirte afectada por ello. Además- volteó a verla con una agradable sonrisa en sus labios –ella no está ahora ¿no? Así que no te moderes por esos detalles- finalizó.

-¿Quieres comer algo o beber algo? Hice algunos bocadillos hace un rato y tengo algo de licor por si quieres acompañarme- comentó ella dispuesta a ir a la cocina al escuchar una respuesta favorable.

No se esperaba menos de la rubia. Semejante comentario para rechazar una copa de licor lo que causó que Rahzel dejase escapar una risita simpática mientras iba por todas las cosas para dejar la mesa presentable y poder continuar con la charla más tranquila mientras su amiga ayudaba con algunas cosas.

-¿Menor de edad? Jah, Sakura, una mujer debe saber disfrutar del buen licor. La edad no es excusa- dijo sacando una copa más y poniéndola en la mesa junto a los platos y los bocadillos que Rahzel había hecho anteriormente. No era mucha ciencia lo que había hecho en la cocina, apenas si se detenía mucho tiempo a las artes culinarias por lo que se valía de cosas simples –tan sólo con probar un poco no perderás nada- le insistió llenando su copa con ajenjo y depositando un poco en la copa de Sakura. Aunque, pensó que no sería una de las mejores bebidas para una primeriza, seguro que le iba a gustar tanto como a ella cuando lo probó. Bueno, al menos, eso creía recordar. Cuando vives tanto tiempo como alguien como Rahzel, hay ciertas cosas que parecen ir desapareciendo de tus recuerdos o cambiando casi imperceptiblemente.

-Vamos, qué pruebes un poco no te hará daño- dijo tomando su copa y dándole un trago bastante largo y soltando una expresión de satisfacción al dejarla sobre la mesa -¿En serio? Parece que le va bien a Kaoru entonces- sonrió tomando una de las galletas con queso había entre la variedad de cosas que había preparado –aunque supongo que encontrara sus limitaciones para usar la espada contra la magia. Pero, con el tiempo se dará cuenta- dijo muy tranquilamente pensando en ésa idea que tenía la muchacha de lograr superar la magia con la simple técnicas del cuerpo a cuerpo que, ella no le faltaba pues, sabia que eran de gran ayuda en una batalla pero como sabía, la magia era mucho más abarcadora que la espada, por eso sus continuas peleas con Kaoru pero que hasta el momento, no habían pasado a mayores por suerte, sin embargo, seguro que llegaría el día en que deberían hacer un frente a frente las dos.

La castaña esbozó una sonrisa al ver que su petición y su amable insistencia había sido bien recibida por Sakura al aceptar la bebida que ella le ofrecía. Además, era una bebida cara y poco común incluso, en los bares, quizás por su preparación o por el extraño color verde brillante que tenía. Lo importante, es que ella lo disfrutaba como si se tratase del vino más exquisito y conocido.

-¿Pero te gustó?- preguntó un poco curiosa ante la expresión de ella. El saber cómo era la bebida no la ayudaba mucho, aunque debía aceptar que dejaba un dejo de amargues seco en la boca una vez que pasaba ese efecto dulce pero eso no fue un impedimento para que Rahzel volviese a beber, aunque a diferencia de su amiga, ella ya estaba acostumbrada a la bebida y digamos, se había hecho estómago para no emborracharse prontamente con los años que tenía encima.

-Sí, lo recuerdo. Pero aún creo que el tiempo hablará sólo- comentó con suma tranquilidad al recordar dicho incidente y como se había cargado sola a los magos. Aunque, aun Rahzel tenia la fuerte convicción de que si no hubiesen sido unos novatos en la magia, bien podría haberle costado más ganarles, si es que no le costaba la victoria. Pero de todas formas, esperaba que no saliese herida por culpa de esa creencia que llevaba por bandera la joven.

Tomó otro bocadillo y lo llevó a su boca dejándolo a medio camino cuando escuchó el nombre del hermano de Sakura. Dio un mordisco a la comida y se quedó pensando unos momentos.

-¿Y qué te ha preguntado?- indagó la muchacha curiosa de la futura respuesta que fuera a recibir.

Escuchaba con atención a su amiga y sus comentarios que hacia sobre su familia. Hacia tanto tiempo que no veían que era necesario que se fueran poniendo al día con todo lo que había pasado en el tiempo que habían dejado de verse por lo que aquellos bocadillos y la bebida caían perfecto para que ellas pudieran seguir con una charla tranquila.

-¿Ves que sólo es cuestión de darle una oportunidad?- dijo la joven ante el comentario de su compañera en cuanto a la bebida. Aunque, Rahzel había aprendido a tomar hacia tanto tiempo que ya se había olvidado de cuándo había exactamente ése preciso momento –nah, estarás bien- le dijo la muchacha moviendo su mano despreocupadamente para que la chica no se sintiera presionada por los futuros efectos que pudiese tener el alcohol sobre ella, con suerte, aguantaría un rato antes de mostrar algún signo si es que no tenía mucho aguante para ello. Pero tampoco pensaba que una copa pudiese afectarle.

Volvió a tomar un sorbo de ajenjo y escuchó la nueva noticia sobre el hermano de Sakura. Casi se sorprende al escuchar que se había comprometido.

-¿En serio? ¿Tan pronto? No me lo esperaba- comentó sonriente dejando la copa sobre la mesa –mándale mis felicitaciones a ambos- agregó con una sonrisa en los labios mientras colocaba sus codos sobre la mesa y sonreía pícaramente -¿y qué me dices de ti? ¿Ya has encontrado a quién te enamore de un flechazo?- preguntó a la risueña joven a ver qué tal le iba a ella en el plano sentimental.

Quizás fueran muchas las variables que influían en la forma de pensar de Rahzel, pero seguía creyendo que con dieciocho años, Shingo era sólo un bebé de pecho para andar comprometiéndose a tan temprana edad. Quizás, influenciada por su raza o su mismo estilo de vida o simplemente, porque no se fijaba que más allá de todo, Shingo no dejaba de ser mitad humano y bueh…

-Sí, quizás tenga razón- comentó ella no muy convencida aún de esas cosas –creo que jamás me terminaré de adaptar a éste tipo de cosas- finalizó tomando la copa de ajenjo y acabándola de un solo trago.

Una sonrisa más aguda se esbozó en sus labios y no era por la bebida que había tomado sino porque con su pregunta, había dado justo en el clavo sacando un tema importante para la rubia. Se sentía más que satisfecha al haber hablado de ello y quizás, pudiera encontrar un tema de conversación más entretenido en esas palabras.

-Porque parece que dí justo en un tema interesante- alegó la muchacha esperando oir noticias sobre el muchacho sobre el que Sakura había puesto los ojos. Dándole unos momentos para que se sintiese cómoda y empezase a responder, Rahzel se sirvió otra copa del licor de tono verdoso que estaban bebiendo y tomó un trago de éste dejándola en la mesa mientras esperaba oir el relato.

Para su sorpresa, escuchó que la joven estaba interesada en un científico y por lo que contaba, era totalmente dispar a la muchacha.

-¡Así que estás enamorada! ¡Oh, mi pequeña sakura!- dijo la castaña con una sonrisa llena de picardía en sus labios cuando la escuchó hablar de ésa forma de aquel hombre. Se veía en la mirada azulina de la chica que de verdad estaba interesada en él, sin embargo, su siguiente comentario la hizo perder parte de su entusiasmo y hacer que se molestara por decir esas cosas –pero al menos ¿sabes si él no está interesado? Mira que darte por vencida sin intentar nada, Sakura, eso no te lo permitiré.

-Y a todo esto ¿cómo lo conociste?- preguntó más interesada en seguir con el tema y averiguar qué tan interesada estaba la muchacha en aquel hombre.

La conversación se tornaba interesante y la joven bruja no iba a dejar pasar semejante momento así como así. No, no, no. Ella era insistente ¡y cómo! No por nada le iba tan bien en su trabajo haciendo uso de sus dones al predecir el futuro y también, los sucesos anteriores que las personas habían tenido y que, por algunas razones, se abstenían de contarle a una simple hechicera.

-Así que fue el destino- comentó ella apoyando su codo derecho sobre la mesa y abriendo la palma de su mano para hacer un cómodo sostén para su mentón mientras escuchaba lo que la muchacha le relataba mientras sus mejillas se tornaban de un color rojizo que hacia a la súcubo reírse por dentro con tal de no hacer que ella se detuviese. Pero en sí, ver a la joven tan inocente y tranquila la hacia recordar lo atrevida e insensata que era ella para tratar con los hombres, aunque, no tenía por qué hablar de todos los detalles ¿no?

A todo esto, iba disfrutando bastante de las historias que la rubia le iba relatando sobre su encuentro con el científico y sobre su fugaz enamoramiento hasta que, pasó algo que ella no se lo había visto venir que la sacó de onda con gran rapidez al ver lo fácil que la muchacha claudicaba.

Rahzel, conteniéndose las ganas de gritarle, suspiró y respiró hondo buscando serenarse soltándose de la mano de la muchacha y poniéndose de pie con las dos manos en la cintura, cuál hermana mayor que reta a sus hermanitos por haber hecho alguna travesura.

-Sakura, te permito cualquier cosa menos que te rindas antes de hacer nada- dijo muy firme ante eso –mínimo dime que te rechazó antes de que tú te des por vencida ¿acaso no te gusta lo suficiente como para pelear por él? Porque sí eres capaz de rendirte ahora- dijo tomando asiento de nuevo –no te gustaba de verdad. Quizás sólo tengas que conocerlo un poco más. Interésate en lo que le gusta, intenta sacarlo del laboratorio- siguió haciendo énfasis en la palabra sacarlo –y llévalo a otro ambiente, donde sólo pueda prestarte atención a ti- le sugirió con una sonrisa más calmada ahora que le daba esos consejos a la muchacha –además de que quizás un buen escote te vendría bien. Tienes mucho potencial- dijo levantándolos pechos de la rubia por encima del vestido para que destacase más ésa parte de su cuerpo –te sentaría muy bien- finalizó con un tono melodioso sonriendo vigorosa la joven pues, si tenía que llevar a Sakura de la mano a que hablase con ése hombre y se hiciera notar, era por seguro de que ella lo haría y se quedaría a ver hasta que resultase.

Bueno, al menos, la conversación y el tono duro de la brujita habían ayudado a que la rubia reaccionase sobre sí misma y se viera más determinada a conseguir lo que quería. Después de todo, la castaña estaba allí para ayudarla en momentos como eso y hacer que se valorase como debía ¿no? Para eso eran los amigos y ella cumplía bien con ésa tarea.

-Pues si tu deseo es sacarlo de su laboratorio estoy segura de que lo lograrás ¡ánimo!- dijo la muchacha mientras seguía alentando a su amiga a que luchase por lo que ella quería. Además, seguro que tiene alguna otra afición, a lo mejor, sólo necesita conocer un poco el mundo para darse cuenta de que hay otras cosas en las que puede enfocar su interés- sugirió ella guiñándole un ojo con alegría mientras veía a la rubia y volvía a tomar un trago largo de su bebida.

Pensando en lo que su amiga le comentaba, Rahzel volvió a tener otro de esos momentos de iluminación en donde se veía con ganas de querer poder hacer algo con el carácter de la muchacha.

-Ah, pero mira que lo quieres hacer cambiar a él para que se fije en ti y tú no eras un mínimo esfuerzo de verte más sexy para él- comentó ella con una sonrisa llena de picardía posándose en sus labios mientras la hablaba y la miraba de lado mientras las palabras salían en un tono muy típico de una niña cuando hace travesuras –además, nunca está demás uno o dos trucos para conseguir la atención de alguien. Y ser un poco sugerente no le ha hecho daño a ninguna conquista- dijo la muchacha –puedo ayudarte a resaltar tus atributos, sí quieres- le sugirió –incluso, hasta un poco de maquillaje, algo suave y bonito para destacar tus rasgos no te vendría mal- finalizó la muchacha. Sabía que no era suficiente para enamorar a un hombre pero sí mínimo para atraerlo consigo. Aunque, la súcubo por sus encantos, a veces resultaba mucho más efectivo una mirada que todo lo demás que pudiese hacer para tener a alguien consigo, sin embargo, no estaba demás tener siempre un par de truquitos bajo la manga.

Después de aquel tiempo que compartía con su amiga, la brujita seguía saboreando la bebida fresa de color verdoso que residía en su copa, escuchando y aportando de cuando en cuando a la conversación. Las cosas se iban de un lado a otro sin seguir un tema general en la conversación, poniéndose al día con algunas cosas sin llegar a tratar nada que sea demasiado complicado de decir.

-Pero no tienes que fingir nada. Que aprendas a usar tus encantos no es fingir. Es como cuando aprendes a dominar un hechizo. No haces trampa sólo aprendes a sacarle provecho al conjuro. Lo mismo sería que aprendieses a manejar bien tu cuerpo a tu favor- comentó ella haciendo algunos gestos con las manos para enfatizar sus argumentos acabando levantando el dedo índice para señalar su ultimo punto. Tenía la intención de que tomase a bien sus consejos, y aunque, claro que para ella, debido a su carácter todo esto era mucho más simple de hacer, tenía que tomárselo en cuenta debido a que su alimento dependía de ello y si no sabía usar bien sus atributos a su favor, su vida comenzaba a estar en peligro por razones que eran típicas de su raza.

-¿Quieres que te lea tu suerte?- preguntó sorprendida por la petición ya que en todo lo que la conocía, no había llegado a brindarle su servicios a la muchacha por lo que fue una acción que tomó de sorpresa a la joven mucho más cuando vio que depositaba una bolsa sobre la mesa casi sintiéndose ofendida de que pensase pagarle para obtener una lectura.

Suspirando y corriendo la bolsita a un lado, la muchacha volvió a mostrar una sonrisa en sus labios.

-Lo haré, pero no te cobraré nada- comentó la muchacha guiñándole el ojo levantándose de la silla para ir por sus cosas -quieres que use las runas, el tarot, te lea la mano- sugirió algunas cosas esperando escuchar una respuesta de la muchacha que pudiese ayudar a cumplir su deseo.