¡Oh, playa!...¡Te Odio! -Nanami-

Pareciese un día sumamente hermoso, la brisa marina rodeaba la dragona de cabellos castaños que se encontraba de pie en medio de la playa, como si fuera una estatua cuyos cabellos se balanceaba con el aire. Debido a la zona en la que se encontraba y a la hora, la playa no se encontraba llena, una o dos persona se encontraban paseando por ahí y no dudarían en alejarse al ver a aquella extraña mujer parada con los ojos cerrados y los puños juntos tomando una espada, a centímetros de la orilla, sin que el agua alcanzara a tocar sus pies. La muchacha se quedó ahí, como si le hubieran arrebatado el alma y nadie pudiera sacarla de sus cavilaciones.

Finalmente, una vez hubo comprobado que no hubiese nadie cerca, observó el mar, con desdén, rabia y rencor en sus ojos. El mar le traía pésimos recuerdos, además era su enemigo, ella era fuego, en el mar perdía sus poderes, cómo la pólvora, mojada no enciende. Irina no le temía a nada, absolutamente nada. Pero su debilidad, y algo por lo cual se odiaba, era el agua aquello que hacía que se castigara a si misma y comenzara a odiarse. Apretó los puños con fuerza, a la vez que los dientes y sus ojos se inundaban en lágrimas de pura rabia e impotencia, tomó su espada y la alzó, para luego cortar el agua con su fuego, que rápidamente se vio apagado:

-¡Te odio!-chilló, y luego calló de rodillas, con un puchero más infantil que cualquier otra cosa. Suspira y guarda su espada, no podía permitirse que su sonrisa y normal humor se viera interrumpido por los fantasma de su pasado. Miró el mar con el ceño fruncido y una mala cara, luego se levantó y se giró, siempre digna y camino alejándose de la orilla. Se echo sobre la playa para recibir el sol en su esplendor, andaba de bueny mal humor, la mezcla hacía que se volviera irascible y egocéntrica, ¿Que sucedería con el que rondara por la playa?