Divagaciones (libre)

Sentado sobre la gran copa de un árbol contemplaba sin mas aquel lugar, "el reino obscuro", un sitio en el cual la luz del sol no era capaz de filtrarse entre los árboles, simplemente el lugar perfecto para que un vampiro como yo estuviera aqui, no tenía que preocuparme por el hecho de que en cualquier momento el sol me llegara a dar de lleno y me afectara,no, solo en este lugar era capaz de relajarme por completo.
Escuché un fuerte ruido cerca de donde yo estaba, eso me alertó inmediatamente, haciendo que mirara hacia esa dirección. Noté como algo saltó hacia mí y me hizo caer de lleno de la rama.

Mis ojos se encontraron de lleno con los de un extraño ser similar a algun gran felino, este me daba zarpasos e intentaba con sus fauces morder mi cuello y lograr que yo dejara de moverme para así poder "devorarme" mas sin embargo, realmente era él quien sería devorado. Yo llevaba algún tiempo desde la última vez que probé aquel líquido vital, por lo que en segundos al escuchar su corazón palpitar mis ojos se volvieron rojos y sin más acerqué mis labios a su cuello clavando mis colmillos en este y bebiendo de aquel jugoso líquido mientras el animalejos se revolvía entre mis brazos intentando escapar, perdiendo sus fuerzas cada segundo hasta que quedó completamente inerte entre mis brazos.

ME levanté dejando el cadáver de aquel animal en el suelo y me limpié la boca al quedarme un hilo de sangre brotando de esta. volví a subir a aquel árbol estando satisfecho luego de aquel suculento trago de sangre.
Miré un rato mas el paisaje que daba este obscuro lugar hasta que el aburrimiento comenzó a hacer asomo en mí, para mi suerte llevaba un libro conmigo, así que, sin mas lo saqué y lo abrí en la página que había quedado, leyendo con interés pero a la vez prestando atención a lo que me rodeaba, no podía bajar la guardia en este lugar con tantos animalejos como ese rondando cerca.

Un nuevo aroma llegó hasta mi, por lo que cerré mi libro, era un vampiro y, de cierta manera me preocupaba un poco que no fuera un vampiro con buenas intenciones, ya saben, de los vampiros que se internan en los bosque y aguardan a que pase una de sus victimas para atacarla. Bajé del árbol en el que estaba y caminé hacia la dirección de aquel vampiro con suma tranquilidad y, al estar mas cerca sentí otros dos aromas.. acaso eran, ¿dragones?, si, estaba seguro de que eso eran.

Cuando estuve a muy poca distancia distinguí a una chica de cabellos blancos acompañada de dos pequeños dragones, no parecía ser como aquellos vampiros contra los que alguna vez tuve que verme cara a cara, mas sin embargo las apariencias engañaban.
Caminé hacia ella hasta llegar a su lado y contemplé el árbol que tenía aquellos frutos similares a peras pero que eran de un color completamente distinto, la miré de reojo a ella contemplando aquella fruta, quizá dudaba en la comestibilidad de aquella fruta.

Son comestibles aunque no lo parezcan -dije caminando hacia el árbol y tomando con facilidad otro de los frutos, partiendolo y mirando su interior, apresiando su aroma, luego caminé hacia ella mostrandole su interior- [color=blue] es sencillo saber que es comestible y que no ya que por lo general en este bosque las frutas no comestibles, en su interior son de colores opacos, esta en cambio tiene un color rojo brillante.. o rosa fuerte en su interior {/color} -hable con suma tranquilidad, luego miré unos instantes al par de dragones que la acompañaban, pero regresé mi mirada a la fruta.

De nuevo observé al par de dragones, se les notaba muy inquietos y ansiosos por comer, sin duda alguna tenía hambre.
Escuché un ruido no muy lejos y caminé un poco hacia aquella dirección, ese aroma sin duda me era conocido y, esperaba que a dicho animal no se le ocurriera acercarse aqui, ya que, sino aquel par de pequeños dragones estarian en problemas dado a que la alimentacion de aquel ser eran básicametne dragones.
Me giré mirando de frente a aquella chica.

Será mejor que nos alejemos de esta zona y encontramos un sitio mas seguro.. -murmuré ahora caminando hacia ella.

La tomé de la muñeca sin previo aviso y, asegurandome de que ninguno de los dragones fuera a caer, la hale para emprender la marcha asia un punto seguro de este bosque, ya que por doquiera que se le mirase aquellas criaturas que se alimentaban de dragones al sentir el aroma de este par, se aproximaban cada vez mas a nosotros.

Por fin llegamos a lo que parecía un claro pero que, como todo el bosque estaba resguardado de los rayos del sol. Ahí había un pequeño lago con agua cristalino y no habían criaturas cerca, ya que, por extraño que sonara muchos de los animales de aqui prefería estar en un lugar mas cubierto de árboles que aqui.
Solté su muñeca y caminé bordeando el claro asegurandome nuevamente de que no había ninguna criatura por ahi oculta. Cuando ya estuve seguro me recorté a un árbol y miré en su dirección-

Lamento haberte traido asi de repente a este sitio pero era necesario si querias conservar a ese par convida -dije disculpandome pero mantiendo mi aptitud habitual de seriedad- hay muchas cosas extrañas que se ocultan en este bosque.. asi que has de tener cuidado si es la priemra vez que rondas por aqui..

Me limité a asentir ante su pregunta, aquella criatura cuya alimentación se basaba en dragones sin duda alguna era una verdadera amenaza para ese par de pequeños dragones que acompañaban a la chica, ademas de que, ella en cierta forma podría estar en peligro al estar con esos dragones y que unas de esas criaturas los atacara.

- Asi es, ese aroma es de una criatura que se alimenta principalmente de dragones, no se detiene ante nada si tienen en la mira algun dragón que deseen comer.. -respondí sin bajar mi mirada de ella.

Asentí con la cabeza a lo que dijo, sería mejor que ella supiera la serie de peligros que habían aqui. Iba a hablar cuando un fuerte gruñido se dejó escuchar y aquel aroma regresó, de entre los árboles salieron un par de animales sumamente grandes, sus colmillos afilados se mostraban mientras gruñían y miraban a la chica que tenía a ambos dragones, acercandose cada vez mas a ella y agazapandose listos apra atacarla.
Suspiré y me acerqué hacia ellos, ambos me miraron y retrocedieron un poco, ya varias veces habia tenido que lidiar con esas criaturas, pero eso no evito que me gruñeran a mi y se dispusieran a atacarme.
Justo cuando los tenía frente a mi, con una simple mirada a ambos los descuarticé como si hubiera usado un ataque físico y, acabé desintegrandolos con facilidad, haciendoq ue noquedara presencia alguna de ellos.

Me giré apra mirarla y mirar al par de dragones, asegurandome de que no hubiese pasado algo por alto y que de alguna manera hubiesen salido heridos, pero no, parecían estar bien.
Caminé de nuevo hacia el árbol y me recosté en este.

-En este bosque viven criaturas extrañas, todas ellas.. en su mayoria.. se alimentan de las personas que se pierden aqui y tiene la desfortuna de encontrarselos, tambien el mismo bosque es engañoso, el terreno no siempre es sólido ya que hay sitios en los cuales la tierra se hunde al pisarla, o... algunos árboles atacan a las personas cuando menos se lo esperan pues, simulan no estar convida.. -expliqué.

Escuché su agradecimiento y solo alcé mi mirada asintienodo con la cabeza y clavando mi vista en ella; volví a mirar el lugar algo especulante agudizando mi oido y mi olfato, por lo menos hasta ahora no se escuchaban mas criaturas de esas merodeando cerca, luego miré al par de cachorros de dragón.

-Así es.. muchas veces dicen que las apariencias engañan y bueno... resulta que en el caso de este bosque así es... -dije con mis brazos cruzados a la altura de mi pecho y aun recostado a aquel árbol.

Ella volvió a agradecer y solo hice una demán con la cabeza, la expresión de mi rostro permanecía inmutable todo el tiempo mientras miraba el lugar con especial atención.
Ladee mni cabeza volvienodo a mirar a la señorita que tenía frente a mi recordando un pequeño aspecto.

-Por cierto.. creo que no nos hemos presentado, mi nombre es Takeshi Yakumo -hice una leve inclunación- Es un gusto conocerle... -miré a los dragones- bueno, conocerlos -dediqué una pequeña sonrisa a ambos, volvi a mriar a la chica de nuevo- ¿podría yo saber quien es usted? -pregunté educadamente dejandolo a preferencia de ella, ya que si lo deseaba podía no presentarse sencillamente, eso no me molestarioa o agradaría, de todos modos las personas que suelo conocer acaban marchandose lejos.

-Oh... disculpa por haber hecho explotar a esos seres justo frente a ti pero.. de no haber sido asi no hubiese habido oportunidad de acabarlos -expliqué.

La miré presentarse y presentarme al par de dragones, les brindé una sonrisa dulce, la cual verdaderametne era extraña en mi semblante pues, en lo que respectaba a mi manera de ser, costaba bastante que mis emociones se reflejaran al exterios. Miré a Sumireko aun con aquella sonrisa.

-Bueno, como he mencionado antes, un gusto en conocerlos -dije sin dejar de esbozar aquella sonrisa.

Mis sentidos seguían sin bajar la guardia, y, volví a mirar a Sumireko solo asintiendo a su comentario volviendo a tener un semblante serio al escuchar algo merodear cerca.
Un aroma pudrefacto llegó hasta mí y aquel sonido se aproximaba mas por lo que sin dudarlo tomé la mano de Sumireko y de paso a uno de los pequeños dragones y comencé a correr hacia unas cuevas ocultas en medio del bosque.

Al llegar a estas nos adentramos cada vez más en medio de la obscuridad hasta llegar al momento en el cual la obscuridad desvanecía gracias a unos extraños insectos que les agradaba vivir en el techo de la cueva, los cuales brillaban en la obscuridad dando un ambiente mágica gracias a su luz azul brillante. Me senté sobre una roca y miré a Sumireko.

-Te traje aqui porque... esa criatura, el aroma pudrefactoq eu llegó a nosotros... pertenece a una criatura gigantesca que se alimenta de cualquier cosa que se mueva, respire y hable... sin duda es lo más peligroso que hay aqui y, mientras ande cerca será mejor permanecer en este lugar... -dije sin haber soltado su mano aun.

Casi sin querer acabé sentandola sobre mi regazo, o quizá no fue del todo sin querer y lo había hecho al notar que solo la roca donde yo estaba sentdoe ra el único lugar en el cual ella podía sentarse.
coloqué a ambros dragones sobre el regazo de ella y la miré sin percatarme de la proximidad entre ambos.

- Procura no alejarte de mi, ya que, cualqueir extraña criatura de este bosque podría hacerte daño a ti o a los dragones... -dije percatandome del poco espacio entre ambos rostros.

Sintiendo algo de pena y nerviosismo alejé ligerametne mi rostro de ella pero no del todo, mis brazos rodeaban aun su cintura para evitar que cayera de mi regazo.. asi que, esta escena podría parecer algo comprometedora. Me aclaré un poco la garganta.

- Es.. Espero no estarte incomodando -musité con la voz algo roncaa la vez que en mis facciones se manifestaba la pena un poco.

Miré algo curioso el sonrojo en sus mejillas desde que llegamos aqui, apesar de que era muy leve el contraste con su piel blanquecina sin lugar a dudas lo hacía muy evidente.
Asentí, almenos no se oponía a ocultarse aqui mientras esa criatura rondaba por el bosque.. aunque realmente no estaba seguro de cuanto tiempo andaría dicha criatura suelta buscandonos para ser su "alimento" o.. almenos apra acabar con los invasores que andaban libremetne por su casa.

Noté al par de dragones intentanod alzar vuelo, sin lugar a dudas sus pequeñas alas les dificultaban un poco ello ademas de que resultaban ser muy pequeños aun como para volar establemente, mas sin embargo finalmente lo lograron y comenzaron a intentar atrapar a las criaturas que se aferraban al techo de la cueva. Eso me causó algo de gracia sin duda alguna, el ver como las pequeñas criaturas huían del pas de dragones como si estos fuesen a dañarlos realmente cuando lo que hacia era intentar tomarlos para observarlos a lo más seguro.

Volví a bajar mi mirada a Sumireko notando como el sonrojo aumentaba en sus mejillas y como casi por inconsciencia su rostro volvió a acercarse un poco al mío, yo no aparté mi rostro como había hecho antes y solo la miré asintiendo y dibujando una muy ligera sonrisa en mi rostro.

- Es.. bueno saber que no te incomodo -musité apenas aun con aquella leve sonrisa dibujada en mi rostro.

Había regresado mi mirada al par de dragones cuadno nuevamente la voz de Sumireko me hizo regresar mi mirada a ella, aguardando a que acabara de hablar por completo y solo asintiendo dando por entendido lo de que podía hacerme una pregunta y tambien sobre que podía o no responder a dicha pregunta.
Me quedé pensativo, ¿hacia cuanto había llegado aui?, no estaba del todo seguro pero si tenía encuenta que fue hace bastante tiempo.

-No soy originario de aqui, antes se podría decir que era como muchos de los que llegan aqui, un simple extraño que no sabe coo acabó en este lugar -relaté omitiendo lo sucedido mucho antes de eso- y bueno, desde ese entonces me he establecido por esta zona, llevo algunos siglos aqui... -respondí finalmente- por ese motivo soy capaz de conocer este bosque con facilidad -esbocé una leve sonrisa.

Se escuchó un gruñido mas fuerte profanado por ambos dragones, se notaba que estaban algo cansados. Miré con curiosidad lo que Sumireko hizo, creando algo similar a unas enrredaderas de hielo atrapando a los pequeños dragones para que asi pudieran descanzar sus alas.
Mi mirada regresó a ella bastante sorprendido.

-¿Manejas el hielo? -pregunté a pesar de lo obvio- vaya... es algo que a pesar de los años no había logrado observar -reí muy levemente.

Escuché su pregunta y solo asentí, realmente nunca había estado en compañía de alguien a excepción de cuando era un niño, pues, desde la muerte de mi familia mi vida había sido solitaria,

-Asi es... y, por si lo preguntas o siente pena por mi... ya me he acostumbrado a estar solo.. -musité con un ligero suspiro.

Miré atento como explicaba lo referente al poder que tenía de controlar el hielo. Miré aquella mariposa con suma curiosidad, sonriendo.. vaya... desde que me había encontrado con ella y ese par de dragones, la sonrisa que había eprdido hace mucho tiempo regresó.
La miré a ella aun sonriendo y tomé una de sus manos con la mía sin percatarme de mis actos y clavé mi mirada en la de ella.

-Ese es un poder genial y bueno, tu tambien resultaste ser una chica increíble -musité con sinceridad- ojalá mi poder no fuera tan... destructivo... y fuese mas hermoso como el tuyo... -musité pensativo.

Al darme cuenta de que hablaba solo, decidí sonreir algo apenado y negar con la cabeza- olvida lo que dije, son divagaciones que rondan por mi mente aveces -musité riendo con melancolía.

Un pensamiento llegó a mi mente, era la primera vez en mucho tiempo que me sentía feliz, ¿que sería de mi cuando ella saliera de este bosque?, nuevamente llegaría a estar solo... sin duda alguna sería extraño luego de pasar tiempo agusto con ella.

Le escuché, realmente no era para tanto, haber vivido solo desde muy joven me había literalmente obligado a acostumbrarme a la soledad, no era nada sorprendente, al contrario.. podría parecer inclusive algo triste y lúgubre desde donde se le viera.

- Gracias.. aunque realmente no considero el haber podido vivir solo tanto tiempo como algo realmente increíble.. ¿sabes?, en un principio la soledad puede resultar un tanto agradable pero.. luego de un tiempo llegas a desear no vivir solo siempre.. -dije observando distraídamente algún lugar de la cueva, era la primera vez que admitía algo así.

Mi vista se clavó en aquella pequeña dragona que se aferraba a mi camisa, tomándola en brazos cuando Sumireko soltó mi mano y ladeando un poco mi cabeza, sonriendo ligeramente con diversión.

- Es verdad, no nos hemos olvidado de ustedes -le dije a la pequeña dragona, manteniendola entre mis brazos.

Me quedé pensando al respecto, ella podría tener razón mas sin embargo las cosas no eran tan sencillas como parecían pues, tenía a la mayoría de vampiros en mi contra por aun estar convida y también por ir en contra de su "naturaleza", asi que, del lado del mundo vampirico las cosas eran díficiles y, en lo que respectaba a las demás razas.. dedo a mi comportamiento y mi poder solían temerme o pasarme de largo, a todo ello ya me había "acostumbrado".

- Puede ser.. mas sin embargo el buscar a alguien que se anime a estar a mi lado -hice una ligera mueca- no es sencillo dado a muchos me odian por mi apellido, muchos me temen... en fin -me alcé de hombros.

Miré al par de dragones parlotear entre ellos felices, de alguna manera habían entendido lo que Sumireko y yo les habíamos dicho. Luego, cada quien voló y se pozó sobre nuestras cabezas. Noté el tambaleo de Sumireko y la sujeté ayudándola a no perder el equilibrio mientras sonreía levemente mirando al dragón sobre la cabeza de ella.
Mi mirada regresó a Sumireko y sonreí de lado.

- No hay problema, no son gran molestia, después de todo aun son pequeños y algo traviesos -musité regresando mi mirada al par de dragones.

La escuché, aquellas historias que había sido creadas en priemr lugar por los vampiros que acabaron son mi familia y que aun seguían en mi busqueda.. aquellas "leyendas" que pusieron a los demás en cotnra de mi apellido.. sabía claramente de su existencia. Una sonrisa fugaz se formó en mi rostro cuando ella menciono el nunca haber creído en aquellas historias pero fue interrumpida por los dos dragones que comenzaban a platicar entre ellos.
De forma distraída tomé uno de los mechones del cabello de Sumireko y jugueteé con este.

- Dichas historias no son reales.. en lo más mínimo... aquello que cuentan sobre que mi familia es temible.. inclusive.. de las coasa que "yo hice" son falsas... la realidad simplemente es otra,,, -hice una pausa sin alzar mi vista de aquel mechón de cabelllo- Verás... se podría decir que en aquel tiempo mi familia era la cabeza del mundo vampírico... ellos eran de los vampiros que detestaban el consumismo de sangre humana o de otra raza ya que esto solo hacía que hubiesen guerras entre razas y no era del todo agradable vivir así... lograron mantener la paz por mucho tiempo, mas sin embargo hubieron quienes se cansaron de ello y obtaron por "eliminar el estorbo".. así que una noche atacaron el lugar en el cual vivíamos... cuando quitaron a los patriarcas del lugar y se enteraron de que yo aun seguía convida la cazería a por mi comenzó... cuando descubrí mi... "poder"... este fue el causante de las cosas que se dicen sobre mi y del porque muchos me odian y temen... mas sin embargo es porque desconocen el otro lado de la historia.. -murmuiré con tranquilidad, clavando mi mirada en ella.

Miré unos instantes al par de dragones que aun platicaban entre ellos, era verdad, me habían tomado cariño y de una u otra forma yo tambien les comenzaba a tener afecto a ese par. Miré a Sumireko cuando habló de nuevo y una sonrisa sincera se formó en mi rostro, lenta y cuidadosamente deposité un beso en su mejilla, para después volver a mirarla.

- Gracias por... realmente no creer en todo ello... -musité.

Un fuerte sonrojo se hizo presente en mi rostro ante aquel contacto de su mano contra mi mejilla, sintiendome cohibido por aquella simple caricia que nunca antes había recibido por parte de alguien. Miré distraidamente hacia otro lado sonriendo ligeramente para luego mirarla cuando el sonrojo desapareció, escuchando sus palabras dejando aun que acariciara mi rostro.

- Gracias... -murmuré sonriendo dulcemente para por inercia pozar mi mano en su mejilla y acariciarla con el dorso de mi mano- Realmente es agradable el saber que almenos alguien no me considera.. algo similar a un "mostruo" por mi poder y que tampoco ha creído aquellas historias -mi mirada se clavó en la de ella, y sin percatarme me acercaba lentamente hacia ella quedando a solo unos centímetros de su rostro.

Me detuve a unos centímetros de su rostro cuando me percaté de mis actos yme sonrojé apartandome lentamente de ella, actuar sin pensar... estar apunto de... besarla...
Decidí mirar distraídamente al dragón sobre su cabeza para luego suspirar.

- Lo siento... -susurré apenado sin mirarla.

Simplemente asentí notando como Piff, la dragona sobre mi cabeza alzaba el vuelo seguida por Minos y ambos volaban hacia la entrada de la cueva perdiéndose luego en algún punto lejos de mi visión.
Dejé que Sumireko se fuera tras ellos y me levanté como acto seguido, caminando hacia la entrada de la cueva notando que ninguno de los dos se observaban por algún sitio, escuché también a lo lejos con facilidad los pasos de aquel animal dado a que estaba muy familiarizado con ese sonido... pero, ante la pregunta de Sumireko, negué a pesar de que ese animal deambulaba por ahí.

- No, ya no anda cerca -caminé hacia fuera y me giré - iré a por ellos.. espera aquí por si regresan ya que si los dos vamos en su búsqueda y ellos regresan, pueden intentar buscarnos y perderse en verdad -le di la espalda esperando a que ella no me siguiera dado a que era peligroso que tanto los dragones como ella salieran de esa cueva con ese ser cerca y no quería tampoco preocuparla.

Caminé internándome en el lugar, hasta que logré dar con el aroma de ambos dragones, mas sin embargo, con el aroma de ellos tambien distinguí el de aquella bestia.
Comencé a correr logrando divisarlos y a la bestia con ellos, entrecerré los ojos y comencé a atacar a aquel animal, con el cual resultaba que ya había luchado tiempo atrás y sabía que no era un ser tan sencillo de matar, por lo cual lo importante ahora no era precisamente acabar con él sino salvar a aquel par de dragones que llegaron a comenzar a agradarme.

El animal se giró hacia mí molesto al reconocerme y también porque le había provocado una que otra herida para luego comenzar a correr hacia mí. Por mas que lo ataqué no detuvo su paso y logró herirme de vuelta y estamparme contra un árbol, mas sin embargo me levanté y lo miré, sonreí de lado para luego lograr hacer que uno de sus ojos literalmente explotara haciendo al animal retroceder de dolor, lo que me dió oportunidad de ir a por el par de dragones y comenzar a correr hacia la cueva, pero al poco tiempo la bestia me siguió.
Miré a Piff y Minos notando que sin querer había acabado manchandolos con mi sangre, me disculpe por ello y, justo frente a la entrada a la cueva me detuve, me giré y observé al animal, para luego escucharse un crujido sordo y un gruñido de dolor, había quebrado varios de sus huesos a la vez, haciendo que aquel ser huyera por ahora pero, sabía que no se iría lejos sin devorar al par de dragones.

Caminé lentamente hacia la cueva, pero antes de que Sumireko pudiese verme dejé al par de dragones ahí haciendo que entrara y regresaran con ella, claro, sin antes haberlos limpiado pues, si ella los veía manchados de sangre seguramente pensaría que resultaron heridos o algo así.
Suspiré, luego caminé cerca de la cueva y subí a un árbol. Acabé quitándome mi camisa observando como esta se encontraba manchada de mi sangre,el choque contra aquel árbol y sumado a a ello aquel ataque directo había hecho varias heridas en diferentes partes de mi ser... pero la más considerable resultó ser la de mis brazos, así que, sin más desgarré la camisa en varias vendas y con ellas logré vendar mi mano, mi herida se curaría, aunque por la profundidad de algunas, no sería pronto.

Logré limpiar el resto de las heridas haciendo que dejaran de sangrar también cubriéndolas con algunas vendas improvisadas y me recosté al árbol finalmente, cerrando los ojos sin dejar de estar en guardia, aquel ser sabía donde estábamos y estaba seguro de que regresaría y sin dudarlo intentaría entrar en la cueva.